miércoles, 22 de febrero de 2017

Discurso de agradecimiento al recibir el premio ‘Buenas Prácticas Educativas 2016’ de la asociación Mejora Tu Escuela Pública.



LA INUTILIDAD DE LA MÚSICA
(a modo de manifiesto)

Hace trescientos años, un jovenzuelo cogía su borrico y un saco de partituras y partía muy lejos para poder aprender con su maestro.
Desde su trabajo reclamaban su vuelta, pero él la retrasó cuanto pudo, poniendo en peligro su puesto de trabajo y su futuro en un mundo en el que los músicos aún debían ser siervos fieles de sus señores.
Gracias, Johann Sebastian, por la tozudez y la rebeldía.
Hace cien años, un muchacho insistía a sus padres en que quería ser músico y, aunque intentaron disuadirlo y su ceguera se imponía como una evidencia de imposibilidad para todos, él marchó a Valencia y se convirtió en compositor contra todo y contra todos.
Gracias, Joaquín, por la indocilidad y la obcecación.
Hace cuarenta años, unos niños pedían acudir a clases de guitarra y sus padres, una pareja que hacía números infinitos para cuadrar las cuentas decide, contra todo pronóstico, que ese deseo de sus hijos sea una prioridad.
Gracias, papá y mamá, por esa falta de sentido práctico y por el amor de la música.
Y hace poco más de un año, cuando en una reunión de trabajo una compañera nos recordaba que era el 75 aniversario del Concierto de Aranjuez, yo respondí con ingenuidad: “pues habrá que hacer algo”, porque, como sabéis, nuestro centro se llama Joaquín Rodrigo. Lo que no sabía entonces es que, con esas cinco palabras, estaba poniendo en marcha el empecinamiento, la contestación, la huida de la practicidad y el amor a la música.
Pues de eso es de lo que trata este modesto proyecto que reunió a más de doscientos alumnos en un escenario a hacer algo que no sirve para nada: una prodigiosa inutilidad que nos envuelve y nos transporta donde nada ni nadie nos puede llevar. Y lo mejor, una música que crearon ellos, a partir de la del maestro Rodrigo, pero música de los alumnos y alumnas, tocada por ellos mismos en una jornada maravillosa. Y alrededor de la música muchos más trabajos y mucha emoción que podéis descubrir si visitáis la web del proyecto (https://vojosiyuyu.jimdo.com/).
Gracias a este trabajo y a la implicación de toda la comunidad escolar hemos conseguido mejorar los resultados académicos, hemos vuelto a ligar el centro a su barrio como hacía tiempo que no ocurría, y hemos logrado una alegría nueva y el orgullo de ser #joaquinrodriguistas.
Pero fijaos, ahora que no nos oye nadie, quiero subrayar que, aunque no hubiera sido así, no importaría, porque el placer mismo del momento fugaz en que la última nota del concierto se esfuma habría merecido la pena.
Quiero reivindicar hoy desde este foro el poder de lo inútil, la fuerza admirable que reúne en torno a sí toda la energía de una comunidad escolar que, gracias a esa música que no sirve para nada, vibra y vive.
Sirva ello como muestra de que necesitamos más música en nuestras aulas, más enseñanzas artísticas en nuestro sistema, más cosas inútiles que nos hagan mejores; que necesitamos más escuela que formación, más saber que beneficio; en suma, más humanidad y emoción, más y mejor educación pública.

Gracias a Mejora Tu Escuela Pública por este premio y por el reconocimiento que representa. Y gracias también a la Universidad Rey Juan Carlos por acogernos en su casa.
Gracias a todos los que hicieron posible este proyecto: gracias al claustro del Joaquín Rodrigo (el que fue y el que es), siempre entrega e ilusión; al personal no docente, colaboradores necesarios; a Cecilia Rodrigo por su apoyo generoso e imprescindible; a mi compañera Conchi, que se dejó embaucar como nadie; a Carlos y Paloma, mis músicos, nuestros músicos; a Mili, a kind of magic; a Elvira, cómplice y parte; a las familias, un pilar indispensable; a los antiguos trabajadores del centro, a los antiguos alumnos, a las asociaciones de vecinos, a todos los que nos empujaron, ayudaron, iluminaron, soportaron…; gracias especialísimas a Cristina, a Juanchu y a Socorro, un equipo directivo sin el que esto no habría podido salir adelante; y ante todo y sobre todo, gracias al alumnado del IES Joaquín Rodrigo, que supo contagiarse de toda la tozudez y la rebeldía necesarias para llevar a cabo un imposible.
Vale
José Carlos Pino Jiménez
Madrid, 17 de febrero de 2017

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